Hoy, como ayer, te volví a ver. Fue un encuentro tan inesperado, tan deseado. No hablamos, apenas un cruce de miradas y, aun así, sigo sin dejar de pensar en ti.
Mentiría si te dijera que no lo imaginaba, porque desde el momento en que te vi, mis pensamientos no dejan de buscarte.
Desde ayer, cada latido es una señal para acercarme a ti, pero todo queda en silencio, como mis palabras, que se ahogan antes de salir.
No sé qué es esto que siento, pero hoy sé que ya no puedo ignorarlo.
Y es entonces cuando la puerta del ascensor se abre y te marchas de mi vida por segunda vez. Me quedo, otra vez, solo, de nuevo a solas con mis pensamientos, dos miradas y una despedida.
pd:
Mientras te pierdes,
asumo que tu ausencia
pesa más que mi propio silencio.